

El jugador de ajedrez
Diego Padilla se convierte en campeón de ajedrez en 1934, pero tras el estallido de la Guerra Civil se ve obligado a exiliarse en Francia junto a Marianne Latour y la hija de ambos. Ella es una periodista francesa de quien se enamora perdidamente, por eso cuando le pide que huya acepta. Pero tiempo después de llegar a su destino Padilla es acusado de ser un espía y acaba en una prisión de l SS, donde intentará sobrevivir ayudándose de la afición por el ajedrez del oficial al mando, el coronel Maier. En esta odisea Padilla conocerá el horror de perder lo más importante, la epifanía del amor en tiempos desesperados y la miseria moral que arruinaron los sueños de un hombre bueno, de una persona para la cual el ajedrez fue su vida, pero su vida no fue sólo el ajedrez.
Comentarios
Agradezco su pacing contenido y la elegancia de la dirección.
“El jugador de ajedrez” convence por su realización y un cadencia bien medido.
Una obra notable. las interpretaciones funciona y la puesta en escena acompaña con acierto.
Una propuesta impecable que respeta al espectador.
Correcta en lo técnico y solvente en lo interpretativo. interesante.
Equilibrio entre emoción y contención; “El jugador de ajedrez” lo consigue.
Me ha parecido una cinta notable, sobria y eficaz en sus objetivos.
“El jugador de ajedrez” pone en valor el género con solvencia y cuidado.
Sin reinventar el tono, “El jugador de ajedrez” destaca por su sensibilidad.
La película progresa con sentido y medida; interesante.
Narrativa clara y concisa. “El jugador de ajedrez” se disfruta sin excesos.
el elenco sostiene la historia con naturalidad; “El jugador de ajedrez” es digna.
“El jugador de ajedrez” ofrece entretenimiento de calidad con respeto por el género.
Acertada selección musical que refuerza las escenas clave.
Ritmo constante y actuaciones sobrias; “El jugador de ajedrez” funciona.
Una cinta hecha con respeto por su audiencia y su material.
El tratamiento de personajes en “El jugador de ajedrez” resulta convincente y humano.
Buen pulso narrativo y cierre honesto. “El jugador de ajedrez” resulta recomendable.
Se aprecia cuidado en los detalles; “El jugador de ajedrez” deja poso.
“El jugador de ajedrez” demuestra que menos puede ser más cuando hay intención.