

El mal no existe
Takumi y su hija, Hana, viven en un pueblo cercano a Tokyo. Su vida se verá profundamente afectada cuando descubren que cerca de su casa se va a construir un glamouroso camping para que los habitantes de la ciudad hagan escapadas cómodas a la naturaleza. Cuando dos representantes de una empresa de Tokio llegan al pueblo para celebrar una reunión, queda claro que el proyecto tendrá un impacto negativo en el suministro de agua local y provocará disturbios. Las intenciones desiguales de la agencia ponen en peligro tanto el equilibrio ecológico de la meseta como su forma de vida, con consecuencias que afectan profundamente la vida de Takumi.
Comentarios
Una cinta hecha con respeto por su audiencia y su material.
Ritmo constante y actuaciones sobrias; “El mal no existe” funciona.
Sin estridencias, “El mal no existe” convence por oficio y coherencia.
“El mal no existe” avanza con buen pacing y ofrece momentos de auténtica emoción.
Agradezco su pacing contenido y la elegancia de la realización.
A nivel técnico, “El mal no existe” es sólida; a nivel emocional, efectiva.
Notable trabajo en fotografía y sonido. “El mal no existe” es recomendable.
Me ha parecido una cinta cautivadora, sobria y eficaz en sus objetivos.
“El mal no existe” pone en valor el género con solvencia y cuidado.
Una obra cautivadora. el reparto funciona y la puesta en escena acompaña con acierto.
Equilibrio entre emoción y contención; “El mal no existe” lo consigue.
Acertada selección musical que refuerza las escenas clave.
“El mal no existe” equilibra forma y fondo con más aciertos que tropiezos.
“El mal no existe” me ha parecido estimable. Destacaría las interpretaciones y la música.
Una propuesta notable que respeta al espectador.
“El mal no existe” demuestra que menos puede ser más cuando hay intención.
El tratamiento de personajes en “El mal no existe” resulta convincente y humano.
Correcta en lo técnico y solvente en lo interpretativo. digna.
“El mal no existe” ofrece entretenimiento de calidad con respeto por el género.
La puesta en escena de “El mal no existe” sabe cuándo contenerse y cuándo brillar.