Kai doh maru
Kai Doh Maru es la historia de Kintoki, una niña, que se disfrazó de niño a una edad temprana para protegerla de los enemigos de su casa. Aunque disfrazada como la prima de un niño de Kintoki, la princesa Ouni se enamora de ella, sin darse cuenta de que Kintoki es en realidad una niña. Kintoki huyó del amor de su prima y es perseguida por su intrigante tío, hasta que es rescatada por un noble guerrero samurái, Lord Raiko. Kintoki pasa los próximos años bajo la protección de Lord Raiko, aprendiendo a usar una espada. Kintoki finalmente se une a Lord Raiko y sus subordinados y se convierte en un guerrero encargado de proteger la ciudad de los bandidos.
Comentarios
Acertada selección musical que refuerza las escenas clave.
Agradezco su ritmo contenido y la elegancia de la realización.
Se aprecia cuidado en los detalles; “Kai doh maru” deja poso.
La película progresa con sentido y medida; interesante.
Narrativa clara y concisa. “Kai doh maru” se disfruta sin excesos.
He disfrutado de “Kai doh maru”; propuesta cautivadora con una puesta en escena que sostiene el conjunto.
“Kai doh maru” equilibra forma y fondo con más aciertos que tropiezos.
“Kai doh maru” ofrece entretenimiento de calidad con respeto por el género.
“Kai doh maru” me ha parecido notable. Destacaría el reparto y la banda sonora.
A nivel técnico, “Kai doh maru” es sólida; a nivel emocional, efectiva.
Ritmo constante y actuaciones sobrias; “Kai doh maru” funciona.
La dirección de “Kai doh maru” sabe cuándo contenerse y cuándo brillar.
Me sorprendió gratamente “Kai doh maru”; el género tratado con respeto y oficio.
“Kai doh maru” avanza con buen ritmo y ofrece momentos de auténtica emoción.
“Kai doh maru” cumple con lo que promete. Especial mención para la música.
Buen pulso narrativo y cierre honesto. “Kai doh maru” resulta recomendable.
Correcta en lo técnico y solvente en lo interpretativo. interesante.
Sin estridencias, “Kai doh maru” convence por oficio y coherencia.
Final satisfactorio y bien planteado. “Kai doh maru” es meritoria.
“Kai doh maru” demuestra que menos puede ser más cuando hay intención.