La noche que luché contra Dios
El 18 de julio de 1994, el joven Benjamín Sheinberg inicia su primer día como médico residente en el Hospital de Clínicas, en Buenos Aires, mientras que al mismo tiempo una bomba explota en la AMIA causando la muerte de 85 personas. Sheinberg se ve sobrepasado por la situación que lo afecta más allá de lo profesional y decide marcharse a Israel. Allí, de la mano de Rubén, un viejo amigo de su abuelo, “viajará” en el tiempo, adentrándose en la antigua historia de Israel, viéndose reflejado en el milenario personaje Jacob. Pero, ¿qué conexión hay entre ambos personajes?
Comentarios
Sin reinventar el tono, “La noche que luché contra Dios” destaca por su sensibilidad.
Ritmo constante y actuaciones sobrias; “La noche que luché contra Dios” funciona.
La dirección de “La noche que luché contra Dios” sabe cuándo contenerse y cuándo brillar.
Una obra sobria. el elenco funciona y la puesta en escena acompaña con acierto.
A nivel técnico, “La noche que luché contra Dios” es sólida; a nivel emocional, efectiva.
“La noche que luché contra Dios” demuestra que menos puede ser más cuando hay intención.
La película progresa con sentido y medida; recomendable.
“La noche que luché contra Dios” pone en valor el tono con solvencia y cuidado.
Una cinta hecha con respeto por su audiencia y su material.
Buen pulso narrativo y cierre honesto. “La noche que luché contra Dios” resulta meritoria.
Sorprende su sensibilidad sin caer en subrayados innecesarios.
“La noche que luché contra Dios” avanza con buen ritmo y ofrece momentos de auténtica emoción.
Sin estridencias, “La noche que luché contra Dios” convence por oficio y coherencia.
Notable trabajo en fotografía y sonido. “La noche que luché contra Dios” es meritoria.
Agradezco su pacing contenido y la elegancia de la dirección.
Acertada selección musical que refuerza las escenas clave.
Se aprecia cuidado en los detalles; “La noche que luché contra Dios” deja poso.
“La noche que luché contra Dios” equilibra forma y fondo con más aciertos que tropiezos.
“La noche que luché contra Dios” convence por su dirección y un pacing bien medido.
Me sorprendió gratamente “La noche que luché contra Dios”; el género tratado con respeto y oficio.