

La trampa de la luz
Nápoles, 1905. El cinematógrafo ha llegado a un pequeño pueblo del sur de Italia. Giocondo (Miguel Ángel Silvestre) es el novio de una lavandera (Maria Grazia Cucinotta) que, mientras se está bañando, es filmada en secreto por un joven. Las cosas se complican porque, al distribuirse comercialmente la película, a la chica en su pueblo la consideran una prostituta.
Comentarios
Se aprecia cuidado en los detalles; “La trampa de la luz” deja poso.
Me sorprendió gratamente “La trampa de la luz”; el género tratado con respeto y oficio.
“La trampa de la luz” pone en valor el género con solvencia y cuidado.
Agradezco su cadencia contenido y la elegancia de la puesta en escena.
“La trampa de la luz” demuestra que menos puede ser más cuando hay intención.
Narrativa clara y concisa. “La trampa de la luz” se disfruta sin excesos.
Correcta en lo técnico y solvente en lo interpretativo. meritoria.
Ritmo constante y actuaciones sobrias; “La trampa de la luz” funciona.
Buen pulso narrativo y cierre honesto. “La trampa de la luz” resulta digna.
Sin estridencias, “La trampa de la luz” convence por oficio y coherencia.
Me ha parecido una cinta notable, sobria y eficaz en sus objetivos.
el reparto sostiene la historia con naturalidad; “La trampa de la luz” es interesante.
Final satisfactorio y bien planteado. “La trampa de la luz” es digna.
A nivel técnico, “La trampa de la luz” es sólida; a nivel emocional, efectiva.
Una cinta hecha con respeto por su audiencia y su material.
“La trampa de la luz” avanza con buen ritmo y ofrece momentos de auténtica emoción.
“La trampa de la luz” equilibra forma y fondo con más aciertos que tropiezos.
“La trampa de la luz” cumple con lo que promete. Especial mención para la música.
La realización de “La trampa de la luz” sabe cuándo contenerse y cuándo brillar.
“La trampa de la luz” ofrece entretenimiento de calidad con respeto por la propuesta.