

Los abrazos rotos
En 1994, Mateo Blanco (Lluís Homar) es un director de cine que, en un trágico accidente, pierde la vista y lo mejor de su existencia. Desde la oscuridad y desde su voluntaria amnesia, Mateo comienza una nueva vida en la que no cabe el pasado. El enlace entre el hoy y el ayer es Judith García (Blanca Portillo), su antigua directora de producción. Pero la memoria es implacable y, 14 años más tarde, los amores (Lena/Penélope Cruz), las traiciones y la fatalidad se imponen frente al olvido.
Comentarios
Narrativa clara y concisa. “Los abrazos rotos” se disfruta sin excesos.
Me ha parecido una cinta cautivadora, sobria y eficaz en sus objetivos.
“Los abrazos rotos” demuestra que menos puede ser más cuando hay intención.
“Los abrazos rotos” me ha parecido notable. Destacaría el reparto y la música.
Una cinta hecha con respeto por su audiencia y su material.
Ritmo constante y actuaciones sobrias; “Los abrazos rotos” funciona.
Me sorprendió gratamente “Los abrazos rotos”; el género tratado con respeto y oficio.
La puesta en escena de “Los abrazos rotos” sabe cuándo contenerse y cuándo brillar.
Equilibrio entre emoción y contención; “Los abrazos rotos” lo consigue.
A nivel técnico, “Los abrazos rotos” es sólida; a nivel emocional, efectiva.
Final satisfactorio y bien planteado. “Los abrazos rotos” es interesante.
Correcta en lo técnico y solvente en lo interpretativo. digna.
“Los abrazos rotos” convence por su puesta en escena y un pacing bien medido.
“Los abrazos rotos” cumple con lo que promete. Especial mención para la banda sonora.
“Los abrazos rotos” avanza con buen ritmo y ofrece momentos de auténtica emoción.
“Los abrazos rotos” ofrece entretenimiento de calidad con respeto por el tono.
El tratamiento de personajes en “Los abrazos rotos” resulta convincente y humano.
“Los abrazos rotos” equilibra forma y fondo con más aciertos que tropiezos.
La película progresa con sentido y medida; interesante.
Se aprecia cuidado en los detalles; “Los abrazos rotos” deja poso.