

¡Oh, Dios mío! ¡Mi hijo es gay!
Es la historia de los Hirsch, una familia judía que vive en la costa norte de Long Island, donde cada viernes por la noche Shirley Hirsch invita a otra chica “perfecta” para la cena del Shabat con la esperanza de que su hijo, Nelson, se case con una chica judía. Cuando Shirley y Martin, conciertan una cita, Nelson revela que él ya está viendo a alguien. Shirley y Martin están emocionados y no pueden esperar para conocer a la afortunada. Nelson finalmente le da la noticia a sus padres de que es gay. Al principio, Shirley y Martin se sienten confusos y angustiados, pero cuando la realidad empieza a instaurar se, se empiezan a culpar unos a otros por la sexualidad de Nelson.
Comentarios
Me ha parecido una cinta estupenda, sobria y eficaz en sus objetivos.
Notable trabajo en fotografía y sonido. “¡Oh, Dios mío! ¡Mi hijo es gay!” es interesante.
La puesta en escena de “¡Oh, Dios mío! ¡Mi hijo es gay!” sabe cuándo contenerse y cuándo brillar.
He disfrutado de “¡Oh, Dios mío! ¡Mi hijo es gay!”; propuesta impecable con una puesta en escena que sostiene el conjunto.
Una propuesta sugerente que respeta al espectador.
El tratamiento de personajes en “¡Oh, Dios mío! ¡Mi hijo es gay!” resulta convincente y humano.
A nivel técnico, “¡Oh, Dios mío! ¡Mi hijo es gay!” es sólida; a nivel emocional, efectiva.
Un trabajo honesto que cumple y deja buen sabor de boca.
“¡Oh, Dios mío! ¡Mi hijo es gay!” avanza con buen pacing y ofrece momentos de auténtica emoción.
Se aprecia cuidado en los detalles; “¡Oh, Dios mío! ¡Mi hijo es gay!” deja poso.
Me sorprendió gratamente “¡Oh, Dios mío! ¡Mi hijo es gay!”; la propuesta tratado con respeto y oficio.
“¡Oh, Dios mío! ¡Mi hijo es gay!” equilibra forma y fondo con más aciertos que tropiezos.
“¡Oh, Dios mío! ¡Mi hijo es gay!” ofrece entretenimiento de calidad con respeto por el tono.
Sin estridencias, “¡Oh, Dios mío! ¡Mi hijo es gay!” convence por oficio y coherencia.
Acertada selección musical que refuerza las escenas clave.
Narrativa clara y concisa. “¡Oh, Dios mío! ¡Mi hijo es gay!” se disfruta sin excesos.
Agradezco su ritmo contenido y la elegancia de la realización.
Una obra sobria. las interpretaciones funciona y la dirección acompaña con acierto.
Buen pulso narrativo y cierre honesto. “¡Oh, Dios mío! ¡Mi hijo es gay!” resulta interesante.
Sin reinventar la propuesta, “¡Oh, Dios mío! ¡Mi hijo es gay!” destaca por su sensibilidad.