

P: La semilla del mal
En los pueblos de la remota región de Surin, al nordeste de Tailandia, la magia es una poderosa fuerza. Viejos hechizos en Pali son recitados por el Paw Mot (Hechicero) para proteger a los pobladores, maldecir enemigos y espantar fantasmas. La joven Dau crece en una aldea en el bosque con su abuela, y la magia es parte de su educación. Ella aprendió el poder de la magia para protegerse de los espíritus malvados, para darse suerte y belleza, y para librarse de sus rivales. También aprende las reglas que debe cumplir si va a usar sus poderes como una bruja; y sabe el castigo por romper estas reglas.
Comentarios
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Agradezco su ritmo contenido y la elegancia de la puesta en escena.
Una propuesta impecable que respeta al espectador.
Se aprecia cuidado en los detalles; “P: La semilla del mal” deja poso.
“P: La semilla del mal” me ha parecido notable. Destacaría el reparto y la banda sonora.
“P: La semilla del mal” demuestra que menos puede ser más cuando hay intención.
Sin reinventar el género, “P: La semilla del mal” destaca por su sensibilidad.
“P: La semilla del mal” ofrece entretenimiento de calidad con respeto por el género.
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El tratamiento de personajes en “P: La semilla del mal” resulta convincente y humano.
“P: La semilla del mal” avanza con buen pacing y ofrece momentos de auténtica emoción.
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Ritmo constante y actuaciones sobrias; “P: La semilla del mal” funciona.
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Buen pulso narrativo y cierre honesto. “P: La semilla del mal” resulta digna.
Sorprende su sensibilidad sin caer en subrayados innecesarios.
Notable trabajo en fotografía y sonido. “P: La semilla del mal” es digna.
Narrativa clara y concisa. “P: La semilla del mal” se disfruta sin excesos.
La dirección de “P: La semilla del mal” sabe cuándo contenerse y cuándo brillar.