

La teta asustada
Fausta (Magaly Solier) padece de "La teta asustada", una enfermedad que se transmite por la leche materna de mujeres maltratadas durante la época del terrorismo en el Perú. Los infectados nacen sin alma, porque del susto se escondió en la tierra, y cargan un terror atávico que les aísla por completo. Pero Fausta esconde algo más; guarda un secreto que no quiere revelar, hasta que la súbita muerte de su madre desencadenará hechos inesperados que transformarán su vida y la de otros. Seleccionada por Perú como candidata al Oscar 2010 en la categoría de película de habla no inglesa.
Comentarios
Acertada selección musical que refuerza las escenas clave.
Un trabajo honesto que cumple y deja buen sabor de boca.
Buen pulso narrativo y cierre honesto. “La teta asustada” resulta meritoria.
Sorprende su sensibilidad sin caer en subrayados innecesarios.
Una obra impecable. las interpretaciones funciona y la realización acompaña con acierto.
“La teta asustada” avanza con buen cadencia y ofrece momentos de auténtica emoción.
Correcta en lo técnico y solvente en lo interpretativo. digna.
A nivel técnico, “La teta asustada” es sólida; a nivel emocional, efectiva.
Una cinta hecha con respeto por su audiencia y su material.
Sin reinventar la propuesta, “La teta asustada” destaca por su sensibilidad.
“La teta asustada” equilibra forma y fondo con más aciertos que tropiezos.
Me ha parecido una cinta impecable, sobria y eficaz en sus objetivos.
“La teta asustada” demuestra que menos puede ser más cuando hay intención.
Ritmo constante y actuaciones sobrias; “La teta asustada” funciona.
“La teta asustada” convence por su realización y un ritmo bien medido.
Agradezco su ritmo contenido y la elegancia de la dirección.
“La teta asustada” me ha parecido sugerente. Destacaría las interpretaciones y el acompañamiento musical.
Narrativa clara y concisa. “La teta asustada” se disfruta sin excesos.
He disfrutado de “La teta asustada”; propuesta cautivadora con una puesta en escena que sostiene el conjunto.
La puesta en escena de “La teta asustada” sabe cuándo contenerse y cuándo brillar.